viernes, 1 de marzo de 2013

EL DESEO

Lo que el sujeto pone en un primer plano al articular la cadena significante es precisamente la carencia de ser, carencia a la que trata de sustraerse en un llamado al Otro que obturaría precisamente lo que es más imprescindible al sujeto, a cualquier sujeto: el deseo. Lo que ese Otro es llamado a colmar con lo que no tiene, --pues ese Otro, lugar de la palabra, también implica esa carencia--, es precisamente el amor, pero también el odio y la ignorancia.

Así pues, el deseo evoca la carencia de ser bajo tres presencias del vacío. Son las que constituyen el fondo de la demanda de amor, del odio que viene a negar el ser del otro y de lo indecible que se ignora en la petición al semejante.

Y por eso, clínicamente se advierte que cuando el Otro se entromete y en lugar de lo que no tiene, atiborra al sujeto con la papilla asfixiante de lo que tiene, es decir confunde los cuidados (necesidad) con el don del amor (demanda) podemos encontrar tanto la anorexia mental como los efectos de este Otro sobre las pasiones del ser: el odio paga al amor, pero es la ignorancia la que no se perdona.